miércoles, 25 de junio de 2008

Relatividades


En la cafetería de debajo de mi casa deberían cobrarme los cafés más caros, ya sólo por la cantidad de material que ofrece a un curioseador como yo. Ayer estaba la barra bastante llena y me tocó sentarme en un rincón, junto al teléfono público. Al rato vino un tipo para usarlo. Esta vez ni me hizo falta poner el radar, el muchacho parecía que estuviese hablando con alguien de la otra esquina del local. Que no se cortaba, vamos. Se pasó discutiendo con ¿su novia? los diez minutos que duraría la llamada porque él ¿o ella? lo ¿la? había dejado plantado ¿plantada? en una cita. Bueno, es lo de menos, a lo que iba es que en una parte de la conversación él dijo: “Pues si esa es tu razón, no tienes razón”. Aparte de darme a entender que seguramente él había sido el plantado, lo que me chocó fue la frase en sí. Me quedé pensando. Primero, me pareció ilógica, pues si ella había dicho su razón, tenía una, entonces tenía razón, la suya. El problema es que solemos identificar ‘razón’ con ‘verdad’ y pensamos que la verdad es única, cuando la realidad es que hay tantas verdades (ver el primer post de este blog) como individuos pensantes, que es lo mismo que decir que la verdad no existe. Se atribuye erróneamente a Einstein esa frase de “Todo es relativo”, cosa que nunca dijo, como lo demuestra que su Teoría de la Relatividad se basa en que la velocidad de la luz es absoluta. Es más, hasta el mayor relativista del mundo debería modificar esa frase y decir: “Todo es relativo, excepto esta frase”. Yo creo en lo que llamo los “absolutos relativos”, o sea, algo relativo viene dado relacionado a un absoluto para ese relativo, y este absoluto es a su vez relativo con respecto a otro absoluto, del que nada sabe el primer relativo (para que su absoluto pueda serlo para él) y así seguiríamos hasta llegar al infinito, concepto inasible para nuestra mente que me permite la licencia de considerarlo el único “absoluto absoluto”. ¿Te has absolutamente perdido? Pues tómatelo con calma, que aún hay más.

Estos días me ha dado por leer a Nietzsche. Lo primero que aprendí fue que los nazis no sabían leer, porque si supieran no lo habrían puesto como referente de su ideología (él se hubiera meado encima de Hitler con gusto). También ratificó mi convencimiento de que ya todo está escrito cuando descubrí que mi ‘original’ post que titulé “El lado Oscuro” ya lo había resumido el bueno de Friedrich en uno de los discursos de Zarathustra, “Del árbol de la montaña”, donde dice: “Al hombre le ocurre lo mismo que al árbol. Cuanto más quiere elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto más fuertemente tienden sus raíces hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo oscuro, lo profundo, - hacia el mal”. Pero lo que verdaderamente (y no se tome la palabra en sentido literal) viene al caso es que él también negaba la existencia de la verdad o, al menos, lo que queremos hacer pasar por verdad. Es más, decía que el hombre no busca el conocimiento de lo cierto, lo que llama “voluntad de verdad” y lo sustituía por la “voluntad de poder”, entendiéndola como nuestra necesidad de darle un sentido al mundo para darle un sentido a la vida (a la nuestra). Eso nos lleva a convertir las cosas en conceptos, y esos conceptos no son la verdad de las cosas, sólo son las reglas que la sociedad impone como ciertas porque el hombre necesita de ellas para tener una base en la que sujetarse y poder vivir. Por poner un ejemplo, es como si a una manzana le pones una etiqueta que diga “manzana”. La verdad no es esa etiqueta (podría haber puesto “pera”) sino lo que hay debajo de ella. Y cuando decimos que la verdad es nuestra etiqueta que pone “manzana” y no la del otro que dice que la verdad es su etiqueta que pone “pera”, no nos damos cuenta de que nuestra etiqueta no es la manzana, sino el concepto que hemos aprendido de lo que es el objeto al que identifica.

Y por fin, para cerrar el círculo, voy a enlazar lo anterior con mi teoría de los “absolutos relativos”. Para ello, pongamos un ejemplo einsteiniano. Imaginemos una mosca posada en la cabeza de un hombre que camina por el vagón de un tren. Si la observamos desde la cabeza del hombre, la mosca está quieta. Si somos un pasajero de ese vagón, se moverá a la velocidad del caminar del hombre. Si estuviésemos fuera del tren (vaya ojo el nuestro) veríamos a la mosca desplazarse a la suma (o resta) de las velocidades del hombre y del tren. Así podríamos seguir según plantáramos nuestro trasero en el Sol, un punto de la Vía Láctea, etc. Y sólo cómodamente aposentados en el infinito, podríamos ver cuál sería la auténtica velocidad de esa mosca. Como esto no es posible por la propia y abstracta definición de infinito, nunca conoceremos esa verdad. Pero la moraleja de esta historia no tiene por qué ser frustrante, nos sirve para comprender que, cuanto más abramos nuestra mirada, más próximos estaremos a la verdad. Lo que es, relativamente, un consuelo.


9 comentarios:

Lunazul dijo...

Buena conclusión. A ella se suele llegar desde muy diversas situaciones y puntos de vista. Creo recordar que hasta Coelho lo decía en "El alquimista".

Cuanto más amplías la visión, más claro se ve y más cerca estás de lo real.

Un abrazo :)

Sergio P. Migoya dijo...

Cierto, aunque eso sí, hace falta tener buena "vista" para ver la "mosca" en la distancia. Gracias por la visita, amiga.

Lola dijo...

Prof, con 16 años sufrí un trauma al encontrar escrita en "Un Hombre", de Oriana Fallaci mi supuestamente original teoría sobre los "ismos" y los "istas". Decidí que todo estaba escrito y yo no tenía nada que aportar ¿Cómo es posible que tú sí sigas teniendo algo que decir? Jomío, no dejas de sorprenderme.

Sergio P. Migoya dijo...

Bueno, la cosa es reformular lo que se conoce y volver a contar lo que no se sabe que se ha contado. Siempre habrá un lector que no conozca lo uno o lo otro. Y ya me contarás cuál era esa teoría :D

INSOMNE dijo...

esta bueno lo tuyo pero por desgracia ¿¿¿para ti???(lo digo en sentido figurado)lo que hablas de la manzana y la pera esa una cuestion q en linguistica se llama la arbitrariedad del signo excrito creo por ferdinan de saussure un linguista alla por los años 1890 (creo).
por otra parte...los conceptos de relatividad q estas tomando son tambien ya formulados por einstein... esto seria como se dice en mi pais "filosofia barata y zapato de goma" pero................ eso no es todo... porq tambien debo felicitarte por tomarte el tiempo de elabnorar (aunq sea someramente una teoria propia_ en algun momento yo hice lo mismo con una teoria sicologica a la que llame teoria del simbolo y tambien con otra cosas jejeje) con lo cual probas q sos un gran espiritu y sobre todo un soñador q piensa...ademas de q casi siempre es un gusto leerte jaja!
un abrazo!

Sergio P. Migoya dijo...

Claro, Tomás, pero es que ningún momento he dicho que quisiera elaborar una teoría propia, por eso he dado referencias de los autores en los que me baso. Simplemente he aplicado la relatividad física de Einstein a la metafísica y he introducido el ejemplo de la manzana para aclarar lo que decía Nietzsche, que si te fijas no es de la arbitrariedad del lenguaje sobre lo que hablo en ese ejemplo (saussare habla sobre el signo, es decir significante y significado que son procesos mentales), sino de la confusión entre concepto y realidad.

Graciñas por pasar, un abrazo fuerte.

fran rubio dijo...

El punto de vista de la mosca puede añadir alguna pista para la resolución de este interesante enigma, pues siempre está "aquí".

Gracias por tomarte la molestia de contarlo de forma tan amena e inteligible.

Sergio P. Migoya dijo...

Coñe, Fran, bienvenido a mi guarida. Por cierto, sabes algo de íñigo? Le llame un par de veces y no me da cogido.

Salu2...

fran rubio dijo...

Hace tiempo que no sé de él, aunque cada vez que me lo encuentro resulta siempre una agradable sorpresa. Estará gravitando por ahí. A seguir disfrutando.